La historia nos ha dejado grandes oradores de los que tomar ejemplo a la hora de dar un discurso. Podemos tomarlos como guías para expresar exactamente lo que tenemos en la cabeza, pero muchas veces, aunque recurramos a estas celebridades de la oratoria, articular una sola palabra ante un público no es cosa fácil. Decía Voltaire que ‘una palabra mal colocada estropea el más bello pensamiento’. En este post vamos a darte unos consejos para que dar un gran discurso no suponga un momento incómodo.
– Una buena preparación es esencial para que todo salga perfecto, por lo tanto es importante practicar tu discurso. Hay quien practica mientras hace deporte o se da una ducha. Utiliza un espejo o una persona de confianza, pero cualquier práctica es poca para que tus palabras tengan la brillantez y perfección que deseas.
-No es lo mismo hablar para un grupo de niños que para un grupo de inversores. Conoce y cuida a tu audiencia antes de hablar, eso te devolverá la seguridad en caso de que los nervios asomen.
-Que tengas nervios es normal, pero si quieres hablar sin que un nudo se instale en tu garganta, puedes realizar una serie de técnicas de relajación como respirar profundo o canalizar tu preocupación hacia una energía positiva.
-Está genial ir acompañado de una guía para seguir tu discurso, pero no lo leas. Si has puesto mucha ilusión y esfuerzo en escribirlo no tendrás problema en verbalizarlo aunque sea improvisando. La esencia se verá reflejada siempre y cuando hables con toda naturalidad y contundencia. Decía Miguel de Cervantes que ‘lo que se sabe sentir, se sabe decir’. Si lo decía Cervantes por algo será.
-Es normal que ante un público grande acumulemos cierta tensión muscular o tendamos a adoptar una postura que no es natural. Ten en cuenta que si tú estás tenso, esa sensación se proyecta en tu mensaje, así que no escatimes la importancia de mantenerte derecho.
-Mantenerse en una posición correcta sin forzar tu cuerpo es importante, pero no por ello nos vamos a olvidar del lenguaje corporal. Ciertos gestos pueden delatar un estado de inseguridad y esto repercute en la calidad y el contenido del mensaje que quieras transmitir. No olvides que para tener éxito el público debe sentir que estás pasando un buen rato y que el tema objeto de tu discurso te emociona.
-Seguro que en tu círculo más cercano has empezado una conversación con alguna anécdota. Precisamente, para dar entrada a tu discurso, no hay mejor manera de comenzar que con una experiencia o momento que hayas vivido y que de pie a que el público empatice contigo y el tema del que quieres hablar.
– Si hay algo que debemos tener presente es la claridad del mensaje. Debe ser sencillo, sin rodeos, lanzar información concreta. Evita hablar de datos, cifras y acompáñalo de titulares e imágenes para que la gente se centre en lo importante. Cuando hay demasiada información la gente se disipa y no retiene la idea principal y el eje de tu discurso.
-No solo debe ser sencillo, debe ser corto. No queremos que la audiencia se nos duerma o pierda interés así que lo ideal es que un buen discurso tenga una duración de entre 7 y 10 minutos.
Todos estos puntos son consejos para que tu discurso tenga éxito, pero en Internet puedes encontrar más información, pautas, ejemplos y testimonios para mejorar en tu oratoria. Y recuerda, orador es aquel que dice lo que piensa y siente lo que dice.